Hace casi un año, estábamos capeando el frío neoyorquino en Barnes&Nobles de Union Square. Era nuestro último viaje antes de que naciera la Trini. Mi guata se asomaba ya con bastante fuerza, y las piernas se quejaban por el ajetreo del shopping de los últimos días. NY se preparaba para celebrar año nuevo y nosotros conversábamos un chocolate caliente rodeados de libros. "Acompáñame a buscar el libro del Gmat", me dijo el Jose. "OK, seguimos con el tema", pensé yo.
Muchas veces habíamos conversado la idea de ir a hacer un MBA. Incluso habíamos evaluado la opción de irnos a Estados Unidos, pero a él le gustaba más ESADE en Barcelona, y por lo visto, ahora era en serio. "¿De verdad vas a estudiar para dar el Gmat?", le pregunté. "Caro, es que lo hacemos ahora, o no lo vamos a hacer nunca".
Toda la razón. La inminente llegada de la Trini suponía para nosotros un cambio de proporciones mayúsculas. Ahora íbamos a ser de verdad una familia, y dejar pegas y estabilidad económica iba a ser cada vez más riesgoso. Así es que ahí, en una librería de Manhattan, tomamos una de las decisiones más importantes de nuestras vidas.
Los meses que vinieron después fueron una locura. A Jose se le acababa el tiempo para postular y se encerraba fines de semana completos rellenando formularios de postulación y estudiando para dar la prueba. Entre los dos preparábamos ensayos. Mi guata seguía creciendo y el calor del verano santiaguino me tenía mal. Por fin salí de prenatal y me fui a Concepción a descansar para dejar al Jose estudiar tranquilo, sin siquiera sospechar que me iba a encontrar en medio de uno de los terremotos más fuertes de la historia.
Mientras yo pasaba la noche entre réplica y réplica, sin agua, luz ni comunicación alguna, Jose estaba en Buenos Aires, preparándose para dar la famosa prueba en la sede argentina de ESADE. Para su mala suerte, bajó a tomar desayuno antes de partir al examen y se encontró con la noticia de que su señora embarazada de 8 meses se encontraba casi en el epicentro de un terremoto 8,8. Sin saber cómo, y mientras tenía a todo el mundo tratando de comunicarse con Chile, dio la famosa prueba.
Si quedaba en Esade después de todo esto, no cabía otra opción: partíamos a España. Y así no más fue. El 13 de abril a las 14.01 llegó la Trini, y un par de semanas después llamaron al Jose para comunicarle formalmente que había sido aceptado en el MBA. En menos de un mes, nuestro mundo cambió para siempre.
Así se nos pasó el 2010. Aprendiendo a ser papás, desarmando nuestro departamento, dejando nuestros trabajos, despidiéndonos de nuestras familias y amigos, y construyendo una vida nueva en Barcelona. Ya llevamos tres meses acá. La Trini se vino con 5 meses recién cumplidos y ya tiene 8. Acá le salieron sus primeros dientes, empezó a comer, aprendió a decir mamá y papá, y aunque todavía no quiere gatear, comenzó a pararse solita, afirmada de su cuna, el sillón o lo que esté a su alcance. Yo pensaba que esta no iba a ser nunca "nuestra" casa, pero ahora me doy cuenta de que sí lo es. Al fin y al cabo, es donde estamos los tres...
1 comentario:
Carola, te felicito por hacernos participe de esta gran aventura, la de ser padres, la de crecer como pareja, la del estudio de Jose, la de ser participes de los progresos de Trini, la de una vida nueva para ustedes.
Disfruten cada minuto, mira que el tiempo se pasa volando. Te lo digo por experiencia. Nosotros en el 2000 cuando tomamos la decision de venirnos a USA lo planificamos por 4 anios, y ya van 10.
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